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Super velada retro-futurista: reseña del concierto de Pet Shop Boys en el Palacio de los Deportes

ACIR Online

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La noche de ayer Pet Shop Boys, durante su concierto, se enfrentó a una circunstancia poco habitual: a unos cientos de metros de distancia, del otro lado de Avenida Río Churubusco, U2 presentaba de forma simultánea su The Joshua Tree Tour. Pero eso no importó. Neil Tennant y Chris Lowe tenían preparada su propia fiesta. Y sus invitados, al entrar, ciertamente olvidaban todo lo que sucedía fuera del Palacio de los Deportes.

Luego de las tragedias que han golpeado al país en las últimas semanas, una presentación como la de Pet Shop Boys ejerce una función casi terapéutica. Fue, como ya decíamos, una especie de fiesta a gran escala, en la que el recinto se convirtió en una discoteca masiva. El llamado al baile era imposible de declinar, y el atractivo sensorial —tanto en lo sonoro como en lo visual—, hipnótico y fascinante. Fue el tipo de show que antes se imaginaba propio de un futuro distópico y que ahora es el presente.

Aún con toda la experiencia y veteranía de más de 35 años de trayectoria, el dúo británico se divirtió como infantes. Claro, ahí estaba su siempre cambiante propuesta conceptual, sus estrafalarios atuendos y audiovisuales —extraños patrones geométricos, intensos juegos de rayos láser, cubos rubik y luces con todos los colores habidos—. Pero, en el fondo, la música siempre terminaba imponiéndose.

El reparto de canciones fue bastante equilibrado. Como era de esperarse, hubo varios temas nuevos de su más reciente producción, Super, pero también una generosa cantidad de hits. "Domino Dancing", "It's a Sin", "New York City Boy", "Oportunities", "West End Girls", "Go West", "Always On My Mind" y potenciales nuevos clásicos como "The Pop Kids", "Burn" e "Inner Sanctum" retumbaron en las bocinas del Palacio. Es cierto que el lugar tardó en llenarse, pero fue más por la terrible congestión vial que por falta de ventas de boletos.

Al ya clásico sonido synth de Tennant y Lowe se le añadió en esta gira una banda de apoyo que provee de percusiones y diferentes arreglos en ciertos temas. El agregado es más que bienvenido, pues dotó a estas canciones de matices que les dan un aire renovado, fresco.

Pese a las complicadas circunstancias —caos vehicular en la zona, conciertos simultáneos en otros puntos de la ciudad, la amenaza constante de lluvia y la siempre difícil acústica del Palacio—, los Pop Kids entregaron un espectáculo por demás satisfactorio. Fue un gran show para los fans, y seguramente tampoco dejó indiferentes a quienes no están tan familiarizados con su inimitable propuesta musical.

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